Territorios sensibles IV: Summertime. Ciudades Emocionales y el verano.
Un post con la colaboración de Fernanda Gusmão
De las cuatro estaciones del año que componen la paleta climática de las zonas templadas, el verano es sin duda la más cálida y acogedora de ellas. El inicio de la estación lo marca el solsticio de verano y, a partir de esa jornada distendida, los días se vuelven más largos, las noches se acortan y la luz y el calor van invadiéndolo todo.
El ocio, el asueto, la libertad y el goce asociados al verano lo convierten en un tiempo idílico. Summertime, when living is easy, dice la canción de George Gershwin que popularizara, entre otros, Nina Simone y su voz melódica y desgarradora. Los peces saltan, el algodón crece, y uno de estos días te levantarás cantando…
En el verano el calor une, reverbera, nos hace hablar más alto. Al mismo tiempo sudamos, estamos inquietos; la visión se hace borrosa, la sensación de fatiga y letargo completan el escenario al final de un día caliente. El verano es paisaje y movimiento. Es pasión, es alegría y también es fatiga. Historias llenas de colores; árboles cargados de frutos, días para correr en la playa, tomar un helado, pasear con los amigos. El verano es un ritual y como tal, genera y conserva sus símbolos.
Antiguamente para refrescarse de las altas temperaturas, los romanos practicaban los baños. El baño romano resultaba todo un ceremonial de ablaciones y al mismo tiempo un espacio de reunión cargado de historias. El verano es un tiempo para recomenzar y también un momento para recolectar experiencias.
El verano son canciones, son noches interminables, son sentidos puestos a favor del disfrute. El verano son entonces muchas emociones que, independientemente de su escenario, algunas veces una playa paradisiaca, otras más la terraza, la azotea, o la calle de nuestra propia casa, nos hacen disfrutar de la ciudad y sus vínculos con nuestras propias historias. Los vídeos que presentamos en esta cuarta entrega de nuestros Territorios Sensibles, posts que recogen vídeos destacados del proyecto Ciudades Emocionales, aluden a su manera a esas sensaciones. Verano, calor, alegría, sol, fiesta; historias de nuestro entorno, de nuestro espacio habitable.
1- En la ciudad de Recife, Brasil, un grupo de niños vestidos con bañadores de colores, en pleno día de verano, corren en dirección a una piscina para refrescarse del calor. Una simple piscina en medio de una calzada donde pasan los automóviles improvisa sin embargo un balneario como los mejores; surge la alegría; un momento de placer.
Los niños juguetean y se refrescan, para ellos la piscina es una fiesta, un acontecimiento, un recuerdo…
2- La historia se repite. En la misma estación, las mismas emociones y necesidades. Las mismas ideas. El verano es creatividad. El video muestra otro improvisado parque acuático, esta vez en las calles de Santo Domingo, Mandellín, hecho de piscinas de plástico y chorros de agua.
Una gran lona acoplada en una ladera se transforma en un tobogán de agua y pronto está hecha la más divertida de las atracciones acuáticas, un tiempo inolvidable…
3- De camino a la ciudad de Río de Janeiro, el verano parece ser la estación predominante. Inaugurada por el gobierno de la ciudad en 2001, la Piscinão de Ramos, aprovisiona de agua de mar al barrio de Ramos, donde viven comunidades de baja renta que quedan distantes de las playas de la ciudad. La piscina puede recibir en un fin de semana hasta 60.000 personas y tiene capacidad para 30 millones de litros de agua.
El verano es vivido por cada persona según su propio entorno, según sus gustos y posibilidades. Cualquier espacio es un pretexto para el disfrute durante la estación. El verano es barullo, es sociabilidad, y es también espacios de pertenencia. El verano son historias personales para contarle al mundo…
En el verano todo está permitido. Se puede ir descalzo, se puede uno sacar la camiseta, se puede gritar, se puede saltar, se puede vivir. Se puede ser feliz.
La felicidad es relativa y está condicionada a un determinado tiempo y a un plazo de duración. Si hubiera que relacionar el placer con una estación del año, esa sería el verano. Y si el verano dura solamente cuatro meses, entonces aprovechémoslo al máximo. Un verano apasionante para todos en los días que todavía nos quedan de esta estación de goce y ocio.