El pasado mes de noviembre, desde #plantauno, arrancamos un pequeño programa de colaboración con ‘otrxs’ denominado AMB. Su objetivo es colaborar con agentes, proyectos y especialistas culturales que se mueven en áreas que nos interesan muchísimo y que no tocamos en nuestras dinámicas habituales. ¿Para qué? La idea es programar juntas un día de jornada de intensa actividad en nuestro espacio, para abrir el campo a nuevas conexiones. Vínculos posibles entre personas que no están en nuestro ámbito de influencia y que queremos conocer, pero también compartir con nuestra comunidad… para que puedan y podamos conectar con ellxs, inspirarnos y agitar nuestros propios proyectos y procesos.
El primer intento ha sido #plantauno_AMB_FUTURX. Un encuentro para reflexionar y conversar mucho alrededor de las intersecciones entre música y tecnología; poniendo especial atención en los retos y los temas más agitados de la actualidad alrededor de la disciplina, de sus creadorxs y de su industria. Algo en lo que nuestras queridas amigas de @futurx__ son todas unas especialistas: comunidades, públicos, seguidores, colectividades, co-trabajo, amistad… pero también formas de monetización, post-economía de la creación, alcance, comunicación… tecnología, postproducción, inteligencia artificial… y claro, retos, temores, dilemas éticos, interrogantes y prospectivas…
Os compartimos aquí dos registros distintos cruzados de lo acontecido en #plantauno aquel día. En primer lugar una relatoría a cargo de @narravegante, escritor y gestor cultural, (colaborador de la casa en los últimos meses de la pasada temporada), que recoge todo lo ocurrido aquel día y nos ofrece un planteamiento sigular, del estado actual de estos cruces entre música y tecnología en Latinoamérica. A ello aunamos una muestra visual del registro en directo que hizo el equipo curatorial de #plantauno, y que dió como resultado, un compendio de frases, casi a la manera de sentencias o twitts, que ilustran muy bien lo que surgió de todas nuestras conversaciones…
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#plantauno AMB Futurx, un encuentro para compartir ideas sobre música y tecnología en español
Por Ricardo Elías, #plantauno
“Si les gusta esa mierda, no merecen ser mis amigos” esa fue la frase que hace algunas semanas lanzó el músico puertorriqueño Bad Bunny(1), a raíz de la difusión de una canción de reggaetón con su voz, pero creada con Inteligencia Artificial. Una frase de enfado en respuesta al hecho de que se haya realizado el experimento sin su autorización, pero también, y es quizá lo que resulta más interesante, como una reacción frente al rápido avance de las nuevas tecnologías y sus infinitas posibilidades.
El disgusto del Bunny, o más bien su sorpresa, fuera de toda discusión respecto a la legitimidad del exabrupto, evidencia cómo el avance de la tecnología en el mundo de la música ha logrado descolocar a sus creadores. Todo desbarajuste plantea, a su vez, numerosas interrogantes. En este sentido, quizás, la primera tenga que ver con cómo esto readecuará el terreno musical del mañana. Una pregunta abierta que sigue respondiéndose día a día, conforme avanza la maquinaria tecnológica.
Precisamente este fue uno de los temas centrales de AMB, el nuevo programa de #plantauno, que el pasado 7 de noviembre tuvo su primera edición bajo el título Redefiniendo los ecosistemas musicales del futuro, un evento que contó con la complicidad especial de Nicolás Madoery (@nicolasmadoery), director de Futurx (@futurx__) (2), primera comunidad latinoamericana de aprendizaje e intercambio sobre música y tecnología basada en la web3.
Durante la jornada, numerosos agentes, profesionales, creadores, gestores, productores y un público general con marcado interés en todo lo referente al universo de la música, se reunieron en #plantauno para imaginar y reflexionar acerca de las impensadas posibilidades que brindará la música en el futuro que ya comenzó.
El lado bonito de la tecnología
En su libro Cultura de la influencia, Tomás Balmaceda, Miriam De Paoli y Juan Marenco señalan que “la digitalización, en tanto introducción de tecnología digital en nuestros entornos, trae consigo una transformación profunda y de raíz que parte de una certeza: el cambio es la única constante en esta realidad volátil que nos toca vivir (…) El cambio no puede consistir simplemente en adaptarse: debe ser transformación con sentido”.
Entonces, ¿cuánto de miedo y cuánto de desconocimiento hay frente a las nuevas tecnologías?; ¿es que acaso nos asusta pensar que quedaremos fuera de juego?
El primer panel de AMB llevó por título Comunidades digitales en la industria musical, y su foco estuvo puesto en la creación de espacios online, y en cómo se relacionan estos espacios con el mundo de la música, cuya concepción suele vincularse a lo analógico, al control de lo tangible. Lilian Cázares (@lilianrcazares) (3) abordó esta disyuntiva desde su experiencia como consultora de marketing para músicos, donde muchas veces se ha visto obligada a tener que luchar por ‘quitarle’, al marketing, la etiqueta del enemigo y mostrar que se trata de una herramienta de gran ayuda a la hora de visibilizar buenas ideas. “A veces llegas al mundo del arte solo sabiendo de arte, y otros se aprovechan de eso. Por esta razón es necesario que el artista se eduque también en otras áreas”, explicó, “para que pueda descubrir el lado bonito de la tecnología”. Nicolás Madoery, por su parte, recomendó salir de aquella lógica en la que “solo existe una forma de hacer las cosas”, insistiendo en que es el momento de atreverse a pensar nuevos modelos con los recursos tecnológicos que van surgiendo a diario, dejar de verlos como una amenaza.
En Post economía de creadores en la música la brújula giró hacia los desafíos que plantea hoy la Inteligencia Artificial. Arnau Sabaté (@arnausabate), CEO de GUZZU (4), plataforma nacida para que los creadores de música lancen productos digitales, comentó que estamos en un momento donde existe una avalancha tanto de contenidos como de plataformas, y resulta muy difícil destacar.
Para el espectador del encuentro, escuchando a los inquietantes abordajes de algunos panelistas, a ratos podría dar la impresión de que los avances tecnológicos hubieran surgido para complicarlo todo y, a su vez, para ofrecer soluciones. Si antes les resultaba imposible a los músicos dar a conocer sus proyectos sin pertenecer a una disquera, en los tiempos actuales nada les impide poder acceder a más público gracias a las nuevas alternativas… pero las reglas del juego ya no son las mismas.
Fue en este punto de la charla donde Miquel Curanta (@mcuranta), Diego Rincón (@revmusic.co), Arnau Sabaté y Mila Rodríguez (@milarodmed) se preguntaron: ¿cuáles serán los referentes del futuro en la música?, para entonces aventurar algunas respuestas, como la creación de música de calidad para nichos específicos y la fidelización de pequeñas comunidades. “Tal vez habrá que olvidarse de la vieja idea de los públicos masivos y girar hacia la búsqueda de públicos más selectos y fidelizados”, propusieron.
A pesar de que en este universo temático, lo online nos remite a un mundo de pantallas y de conexiones intangibles, uno de los conceptos que más se repitió fue el colectivo, y cómo estos colectivos están planteando interrogantes indispensables frente al avance tecnológico en su estado salvaje. No solo respecto a la música, sino también respecto a otras disciplinas. El llamado fue a crear y fomentar colectivos. En palabras de Miquel Curanta: “una gota sola no es más que una gota, pero cuando varias gotas se unen forman un arroyo o un mar”.
En la tercera parte y final de AMB, Nicolás Madoery y Berenice Llorens (@berenicellorens), presentaron el Reporte IA + música en Latinoamérica (5), donde el eje fue la Inteligencia Artificial generativa. Presentado en BIME Bilbao 2023, este estudio no solo expuso cuestiones teóricas respecto del impacto de la IA en la música latinoamericana, también profundizó en torno a la experimentación. En colaboración con Amplify DAI (6), se creó la voz de una cantora utilizando SO Vits, un software generativo de clonación de voz con audios de diez mujeres fundamentales: Violeta Parra, Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Gilda, Elsa Soares, Selena Quintanolla, Rita Lee y Tita Merello, entre otras.
¿Qué habría pensado Violeta Parra al escuchar la clonación de su propia voz?, nos preguntamos. Tal vez hubiera reaccionado del mismo modo que Bud Bunny, sentenciando que ninguno de los participantes de AMB merecíamos ser incluídos en su lista de amigos… o tal vez hubiera surgido frente a sus ojos un universo inagotable de recursos creativos. Escenas similares se han vivido en otras épocas. Basta recordar cuando se inventó el fonógrafo en los albores de 1900, el primer sistema capaz de grabar y reproducir sonido sin tener que recurrir a la movilización de todos los integrantes de una orquesta cada vez que se quería oír música. Probablemente entonces se generó el mismo nivel de inquietud, de confusión; probablemente muchos lo vieron como un atentado al sentido profundo de la creación musical y otros más, como una puerta abierta a la experimentación creativa…
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