Si la modernidad es una civilización de la palabra, y la nuestra una cultura de la conversación, la vida del café ocupa en ella un lugar central. Es autopercepción y desvelamiento, transformación e interrupción de la individualidad moderna… espacio de inteligencia y de sociabilidad; lleno de voces y de silencios…” Antoni Martí Monterde hacía una profunda y muy interesante apología del café como espacio fundacional de la cultura moderna en su Poética del café. Algo decisivo pasó cuando alguien se sentó en una mesa junto a una ventana, pidió un café, tomó un papel y se puso a escribir, decía Martí Monterde.

Quizá mucho de lo que entendemos por cultura contemporánea, la que asociamos a la modernidad, se ha construido en este espacio. Pero hay otras formas, mucho más profundas y más cercanas a las personas, de entender su papel fundamental, sobre todo en la construcción de la identidad occidental. El café es un espacio de comunidad; es un lugar de convivencia e intercambio democrático. El parroquiano lo es al igual que los demás, sorbiendo en cada trago de café, algo de la actualidad y algo de sus antepasados. Si el tema es por demás interesante por sus vínculos con el arte y la cultura, así como por sus aspectos sociales y comunitarios, lo es también por la forma en que nos lleva al proyecto que hoy queremos destacar.

Más allá de cualquier reflexión cultural como la nuestra, de mayor o menor impostura, nos llena de alegría y entusiasmo descubrir CAFÉS PENDIENTES. Una iniciativa social desde el anonimato que no sólo apela a la posibilidad de iniciar el día con algo en el estómago, sino   a la de proporcionar el goce igualitario y la pausa que significa el acto de tomar un café. El proyecto invita a realizar una acción solidaria, sin fines de lucro y basada en la confianza.

Primero se invita a Bares y locales a que se sumen al proyecto. Se les explica el funcionamiento básico de la iniciativa.
 Cada establecimiento adquiere entonces un distintivo que se puede imprimir y descargar desde la página web de CAFÉS PENDIENTES. Este distintivo reconocerá el local como adherido al proyecto. Una vez registrado, cualquier parroquiano que así lo desee puede acudir al café, pagar su propia consumición e indicar que quiere además pagar uno o más CAFÉS PENDIENTES para que, cuando una persona que no puede permitírselo lo desee, tenga acceso a consumir un café en el establecimiento.

Un proyecto basado en la solidaridad y la confianza que sin duda no soluciona problemáticas mayores, de acceso o de desigualdad, pero no pretende hacerlo. Lo que promueve es un gesto, desinteresado y colectivo, que no hace más que acogerse a ese carácter comunitario que el acto de beber un café en el local público ya ha significado desde siempre. La ideas es muy sencilla y operativa y su calado, al menos así nos lo parece a nosotros, resulta muy oportuno y rico en su ánimo social y revindicativo; otra manera de hacer las cosas al margen de la institución, y desde los principios y las ideas más elementales y cercanas a todos nosotros.

Sumarse a la campaña es gratuito, permite la descarga de material gráfico para tu establecimiento e inscribe tu local en el mapa para dar a conocer donde se pueden dejar Cafés Pendientes.

La lista de establecimientos puede consultarse online y el lugar y número de “Cafés Pendientes” se facilita a entidades sin ánimo de lucro que apoyan a colectivos en dificultades y en riesgo de exclusión.