Desde hace algunos años el panorama cultural parece haber girado la atención hacia un territorio que hasta hace muy poco parecía casi exclusivo del mundo de las ciencias. La sociedad y sus diálogos han comenzado a mirarse en las otras especies con las que compartimos el planeta. Reconociendo en las identidades animales y vegetales, una vía probable para intentar entender, y también imaginar, el devenir que nos espera en el momento más acuciante de la crisis climática.Con el anhelo, quizá, de encontrar maneras posibles para vivir, convivir y prosperar juntas en un planeta herido(1). Al viraje  hacia el reconocimiento de todo el espectro de lo otro (2), podría unirse una segunda causa, el giro posthumanista que implica que en plena proliferación de las inteligencias artificiales, procuremos más que nunca establecer un diálogo abierto con las inteligencias de las especies compañeras, incluidas las plantas.

Es alrededor de estas inquietudes que, durante el año 2021, #plantauno puso en marcha su más reciente línea de investigación, #ecosistemasinterseccionales. Un programa abierto de actividades para presentar diversas experiencias culturales, que exploran una de las preguntas contemporáneas fundamentales de nuestra actividad: qué significa hacer cultura en este nuevo e incierto escenario de mutaciones biológicas, tecnológicas, políticas, especistas y liminales…

Una de estas experiencias es la pieza Believe in your feed del colectivo RANDOM HAPPINESS. Un grupo de creadores, diseñadores y agentes de cambio, comprometidos con la felicidad como herramienta revolucionaria, dicen ellas para autodefinirse. Hacedores de ideas, objetos y experiencias  singulares, decimos nosotras; inventores de prácticas propositivas, extrañas y sobre todo muy interesantes, que intentan reflexionar alrededor de las conexiones entre diseño, tecnología, sociedad y, por supuesto, felicidad: “Creemos en el arte, amamos a las personas, experimentamos con formas nuevas, interactuamos…”, dicen. 

Believe in your feed, prototipada en #plantauno durante 2021, cruza todos los preceptos del colectivo con el debate actual sobre las especies vegetales, dando como resultado una pieza que abre la conversación hacia la incidencia que en el mundo real, tienen nuestras interacciones online en las redes sociales. Y que lo hace valiéndose, justamente, de la ayuda de las plantas. Plantas que consiguen subsistir, literalmente, gracias a nuestras conversaciones en internet. Pues cada ejemplar de Spathiphyllum (Araceae) presente en la pieza está ‘conectado’ a twitter, asociado concretamente a un hashtag que le permite, mediante un sistema arduino, acceder a una reserva de agua cada vez que una persona publica un mensaje utilizando dicha etiqueta. La intención es hacer visible esa huella que genera nuestro diálogo en la red y, al mismos tiempo, estimular conversaciones colectivas alrededor de los temas asociados a cada una de esas plantas.

Tecnologías y cuerpos vivos; inteligencias colectivas humanas y no humanas, sobre todo vegetales. Internet de los humanos, e internet de las plantas, podríamos decir utilizando el concepto de la especialista en ecología forestal Suzanne Simard. Es decir, y sobre todo, comunicación. Diálogo y conversación común, con lxs otrxs, aquellas que piensan en sintonía con nuestros puntos de vista pero también, claro, todas aquellas que no.

 


(1) Anna Tsing, The Mushroom at the End of the World: 2015  
(2) Dona J. Haraway, Seguir con el problema: 2019