El primero de los reclamos sería la industria. Barcelona ha sido, y nos atreveríamos a decir que sigue siendo (a pesar de algunos despropósitos), la capital de la industria editorial en castellano[…]El segundo de los reclamos sería histórico: el lugar ya tiene presencia como villa editorial en el mismísimo Quijote, que encuentra elogios para la ciudad condal que ni una agencia de viajes. El tercero, muy probablemente, sería por si mismo literario: la ciudad aparece literaturizada en numerosas obras importantes, desde el citado Cervantes pasando por Verdaguer, Segarra, Rodoreda, Sales, Vázquez Montalbán, Mendoza, Marsé, Vila-Matas, Casavella y un etcétera largo en la literatura más reciente. El cuarto, también literario y también historiográfico, tiene rostro de mito y sitúa a la ciudad en la geografía literaria de occidente: Barcelona fue la cuna de aquello que durante la segunda mitad del siglo XX celebraríamos como el Boom Latinoamericano, y que tan bien ha retratado recientemente Xavier Ayén en su ya mítico Aquellos años de boom. Donde se glosan las maniobras editoriales, la pericia de la agente Carmen Balcells, y las historias íntimas y literarias de una generación latinoamericana que incluye dos premios nobel y que, luego de su paso por la ciudad, deslumbró al mundo…

Al lado de estos datos hay muchos otros: premios, librerías, programas universitarios, una inmejorable red de bibliotecas, y el ya internacional Sant Jordi… En fin, que los reclamos para considerar a Barcelona una ciudad literaria son tantos, que la UNESCO se ha hecho eco de ellos y ha decidido, finalmente, otorgar a Barcelona un lugar en la red de Ciudades Creativas en el campo de la literatura. La fecha exacta del nombramiento fue el pasado 11 de diciembre de 2015, y, como era de esperarse, la noticia desató una ola de entusiastas comentarios. Es decir, que sobre este hecho de notable importancia para la vida cultural de la ciudad se ha escrito mucho. Se había escrito mucho ya cuando hace 10 años el Ayuntamiento inició las acciones para presentar su candidatura; y se ha escrito después, cuando la candidatura fue aceptada y cuando se falló a su favor. Decimos esto porque quizá no vale la pena glosar aquí esas opiniones, algunas muy felices, otras no tanto. Lo cierto es que la inclusión reportará a la ciudad un argumento turístico más en su lista de atractivos, y aportará un importante presupuesto para, y esto hay que celebrarlo, seguir incentivando sus actividades alrededor del libro.

Aunque más allá de las noticias celebratorias, lo que a nosotros nos interesa realmente es el reconocimiento de un sinnúmero de actividades que se han ido realizando en la etapa, por así decir, más reciente de esta tradición barcelonesa de vínculos con la literatura. Dentro de ellas nos gustaría en particular destacar la labor del Centro de Cultura Contemporánea. Una labor que ha ido no sólo abriendo un espacio para la literatura del presente, sino creando un público interesado en una idea muy sencilla pero igualmente necesaria: tomar el pulso a la literatura de nuestra época que tiene vocación de futuro, o eso que ellos han llamado de forma por demás acertada, la fiesta de la literatura amplificada.

Confesamos entonces:  este post no es más que un señuelo para leer la glosa que el propio CCCB hace de sus acciones históricas por la literatura, y que nosotros entendemos, ha contribuído a este reciente nombramiento de Barcelona como ciudad literaria de la UNESCO. Una radiografía que no es única, pero que sí alcanza a tocar casi todo el panorama de la literatura contemporánea en la ciudad, porque por sus exposiciones, sus conferencias, sus talleres, sus proyecciones y su festival, han pasado casi todos y casi todo: editoriales independientes, autores noveles y consagrados, propuestas alternativas alrededor del mundo del libro, formas diversas de escritura y expresión literarias, y la construcción consciente de un canon literario acorde con el espíritu del tiempo. Subrayamos pues este compromiso con la literatura, y el relato que de él hace Eva Rexach en el blog del centro, no sólo por la radiografía de su labor, sino porque es un nutrido trampolín de enlaces por los que vale la pena perderse… Adelante: UN COMPROMISO CON LA LITERATURA