Entre cervezas al pie de una terraza veraniega y suspiros por una ciudad que es una burbuja, y es un sueño, y es un residuo de las fatalidades y las futilidades de una crisis como la que nos toca soportar por estos tiempos, descubro una nota en el diario que me hace vacacionar al corazón de Lisboa […]. Pero no sólo eso, me hace ir al centro de una historia; a los párrafos de un texto narrado con talento y destreza; y a las ideas de lo que, a lo largo de muchos posts, comentarios y referencias, hemos ido esbozando aquí como la que, a nuestro entender, es una de las mejores posibilidades para continuar haciendo cultura. Una cultura participativa, independiente, abierta, accesible, horizontal, pública, libre… Una cultura de todos y para todos.

Se trata de la historia de la fábrica Braço de Prata, una antigua armería de Lisboa reconvertida por Nuno Nabais, un exprofesor de filosofía, en un espacio independiente, autogestionado e “ilegal” que es ahora el centro alternativo de mayor calado en lo que a cultura y arte contemporáneo se refieren en Lisboa. 

El escenario es común a nuestro presente y circunstancias, podría suceder incluso en alguno de los barrios que la misma Barcelona ha visto desintegrarse ante el espejismo de las inversiones para la construcción. Un predio que en el momento del auge inmobiliario de Lisboa se proyectó como un complejo de viviendas modernas al albergue de la Expo de 98. El diseño llevaba la firma del arquitecto Renzo Piano y prometía la edificación de 20.000 pisos de cerca de un millón de euros, levantados en lugar de los talleres ya demolidos. Pero una vez más las cosas no salieron como se esperaban y la crisis de 2007 sumió al proyecto en el abandono.

Hoy, el enorme predio que aún conserva los edificios administrativos de valor patrimonial se ha convertido, gracias a las ideas de Nabais y al cúmulo de capitales humanos puestos al servicio del proyecto, en un conjunto de locales de conciertos, de bares, de talleres, de librerías, de cines alternativos o de salas de exposiciones que acogen la muestra más variopinta de lo que se está produciendo en la ciudad.

Pero la historia está, como ya he dicho, relatada con soltura y talento en esa nota del diario El País del domingo 18 de agosto, la firma Antonio Jiménez Barca, enviado especial del periódico en la capital lusa, y bien vale la pena acudir a ella bajo sus palabras y no bajo las nuestras. La historia de la fábrica Braço de Prata suma hoy cinco años, más de 400 exposiciones y centenares de conciertos y actos de carácter cultural. Ideológicamente comprometido o no, el gesto de Nabais y el proyecto entero de la fábrica se aparecen ante nosotros como un notable ejemplo de lo que debería ser el hacer cultural en tiempos tan adversos pero a la ves tan interesantes como estos.

Más allá de la “ilegalidad” o del gesto “okupa”. Más allá de las reivindicaciones filosóficas o de las tendencias políticas. El diálogo que establece con la institución; la manera de asumir las ventajas y desventajas de su posición al margen de las regulaciones; y la conciencia de permanencia efímera que no impide tirar adelante un proyecto tan ambicioso, ya nos parecen suficientes como para pensar este proyecto como un gran espejo en el cual mirarse.

La fábrica Braço de Prato es sin duda una iniciativa que se acerca, de forma por demás acertada, a la idea de thing doing culture, de aprender haciendo, del hazlo tú mismo y de la cultura libre que tanto nos llena aveces la boca y los textos en este espacio. Pasen y vean entonces la bella historia de la “Magia okupa en la fábrica de metralletas.”, esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotros.