En 2011 el escritor francés Camille de Toledo publicaba un certero ensayo dedicado a analizar (y denunciar) como Europa ha construido todo un laberinto melancólico; una pedagogía de la memoria y unos modos ‘correctos’ de recordar y conmemorar[…]. Hay mucho de oficialidad y de intereses en disputa cuando hablamos de formas de acudir al pasado. Basta pensar en cuánto se ha hablado de memoria histórica en este país durante las últimas dos décadas. Pero la historia, la memoria, el recuerdo, la revisión del pasado, es mucho más que ese laberinto melancólico al que aludía de Toledo. Está llena de hallazgos y, para nuestra fortuna, de entusiasmo por conocer los detalles de aquel lugar lejano del que procedemos. Para explicarlo quizá el mejor ejemplo sea Magí Seritjol y su TARRACOVIVA, el festival de recreación histórica que dirige desde su fundación, en 1999. Porque por encima de cualquier aspiración de fidelidad, que la hay, y a convicción, o incluso más allá del espectáculo temático, se percibe en TARRACOVIVA una consciencia clara de lo que es trabajar con el patrimonio  y como ya dijimos, mucho, muchísimo entusiasmo y energía para tirar adelante el que es ya el más importante evento de su tipo en el país, a la par de los más destacados a nivel europeo.

El pasado domingo estuvimos en la primera jornada de su edición 2015 para comprobarlo in situ, invitados por Cafés del Patrimoni (#CarajilluTarraco15), interesante iniciativa de la que valdría la pena hablar también. Junto a Martí Casas i Payás (@Tinet2puntzero), Carme Rodríguez (@carmemix) y la misma organización del festival, viajamos 2.000 años atrás para conocer cómo se vivía en la ciudad cuando era uno de los puntos clave del gran Imperio Romano. Una jornada que este año dio inicio a 150 actividades, casi 800 actos entre recreaciones históricas, visitas guiadas, exposiciones, audiovisuales, degustaciones, talleres y conferencias que durante 15 días permiten descubrir y disfrutar de la cultura clásica que inundó el Mediterráneo, y en particular el pasado del que era considerado el lugar más romano fuera de roma.

De lo que vivimos y compartimos allí habría mucho que decir pero os aseguramos que nunca podríamos volcar en este texto ni la mitad de la emoción que Magí Seritjol pone a esta iniciativa, cuyas propuestas gozan de una visión personalísima: “hacer historia para todos” o, “conseguir que Tarrragona deje de ser una ciudad histórica para convertirse en la ciudad de la historia” son dos de esas premisas que pueden ilustrar a la perfección las ambiciones y la búsqueda de este festival. Porque, como bien dicen desde su organización no basta con conservar y estudiar el Patrimonio Histórico. Sin la divulgación y democratización del conocimiento histórico que nos proporciona dicho patrimonio, se pierde una gran parte del valor cultural y social del mismo.

Pero las declaraciones de intención y los ejemplos de sus actividades ya están en la web de TARRACOVIVA y en la gran cantidad de menciones que el proyecto ha recibido en los medios. Lo que nosotros intentamos aquí es simplemente dar constancia de una experiencia que bien vale la pena destacar. Señalando, como solemos hacer habitualmente en este espacio, un proyecto que sobresale justamente por su pasión y su capacidad para ser sostenible en el tiempo. Aprovechando, más allá de las tendencias, un rico patrimonio que debe ser explotado con responsabilidad y conocimiento de causa; pero también, vinculado con las formas de gestión que nos exige la contemporaneidad, algo que, nuevamente, nos lleva a las palabras de su director: “La divulgación cultural de calidad sobre la historia de nuestra ciudad es el principal objetivo. Otros propósitos son, por ejemplo, generar un posicionamiento internacional en el campo de la arqueología y la historia, y finalmente conseguir que la divulgación de nuestro legado se convierta en una fábrica potente de riqueza para nuestro territorio”.