Liminal GR  es un espacio de difusión creativa que busca ofrecer nuevas posibilidades de programación cultural. Con una dinámica de trabajo muy poco ortodoxa: colectiva, itinerante, monográfica y con mucha conciencia crítica a la vez que lúdica […]. Se trata de una iniciativa a dos bandas que busca siempre la complicidad de otros agentes y públicos: por un lado Liminal GR  ofrece los temas a tratar, además de una serie de infraestructuras, espacios, equipos y apoyo para programar una determinada actividad basada en dicho tema; por otro lado los artistas, creadores, agentes o públicos inquietos proponen diferentes acciones y pactan una posible salida para esa producción. Ellos lo explican mucho mejor:

Los comisarios han propuesto una serie ejes de reflexión/acción sobre mitos y automatismos de la cultura contemporánea. Para cada eje se organiza un taller de análisis abierto a todos los interesados en hacer una reflexión crítica. A partir de aquí las redes sociales empiezan a funcionar y aparecen ideas, propuestas, comentarios, links… Hay uno que se ofrece para una conferencia, otro que tiene un corto sobre el tema, una performance, una obra de teatro, un acto reivindicativo… Los comisarios cocinan y ordenan los ingredientes y se organiza una sesión de acción con las propuestas más sugerentes. Si eres autor teatral, actor, performer, agitador, poeta, músico, videoartista, cineasta… si eres público activo, aquí tienes un espacio de difusión y de trabajo creativo. 

Así de particular y así de simple al mismo tiempo. Hemos de confesar que cuando comenzamos a colaborar con ellos no podíamos siquiera imaginar la muy positiva recepción que una idea en primera instancia tan compleja, pero al mismo tiempo tan prudente, llegaría a tener. Ahora, cuatro años después de su primer Liminal dedicado en aquella ocasión al Western, por sus sesiones han pasado decenas de artistas, creadores y agitadores culturales, y centenares de espectadores. Con el pretexto de la publicación de una especie de anti-catálogo que trata de dar cuenta de estos años de batalla, os compartimos el siguiente texto. Una especie de rememoración de nuestras relaciones y, claro, una forma de invitar a los que todavía no los conocen a que se acerquen a alguna de sus jornadas temáticas. 

MUSIC LIVES WHERE IT LIVES. O RICHARD FLORIDA SE EQUIVOCABA

Por. Angel Mestres @mestresbcn

“Hace poco me preguntaba un amigo de qué trata la tele serie Treme, yo le conté lo del Jazz y del Katrina, lo de la gente intentando reconstruir sus vidas, pero me di cuenta de que ese era sólo su telón de fondo. Como dijo David Simon, de lo que en realidad trata la serie es de la importancia de la cultura en al vida de una ciudad que lucha por defenderse; por ser lo que siempre ha sido. Algo que no tiene que ver sólo con el ocio, la diversión, la economía o la academia, sino con el día a día.” Antonio Martínez. La música de Treme. 

La escena de partida la encuentro, como no podía ser de otra forma en estos tiempos de pantallas y contenidos expandidos, en una teleserie norteamericana. Ante lo cual no puedo hacer otra cosa que apresurarme a aclarar que si bien comienzo con una teleserie, no abordaré aquí el tema de la implosión de los nuevos medios de comunicación; o de las posibilidades del transmedia storytelling. No. No hablaré de gadgets, o de redes sociales, o de emprededurías, makers y cualesquiera anglicismos para describir formas de trabajo comunitario. No hablaré de mapeos, ni de nuevos paradigmas, ni de prototipados, ni de post-ideologías. Porque los conceptos y palabros que rodean esta entrada al universo del proyecto Liminal GR (que a fin de cuentas es lo que pretendo hacer en un mínimo texto como este), son mucho más cercanos; o sí se quiere, mucho más terrenales. Son ideas y actitudes comunes y necesarias para nuestro devenir cotidiano y nuestro territorio más próximo, pero, al mismo tiempo, son una declaración de intenciones sobre cómo deberíamos estar pensando hoy muchas de nuestras intervenciones en cultura. Más allá de lo que dictan las agendas del sector o los teóricos más recientes de la disciplina. Más cercanas a una visión personalísima como la que nos demanda una realidad que hoy, quizá como nunca, exige nuestro posicionamiento crítico.

Pero regresemos a la escena que, al menos de principio, es lo que nos importa. La teleserie a la que hago antes referencia es TREME. Una especie de novela coral firmada por David Simon, creador, entre otras producciones, de la exitosa serie The Wire. TREME está ambientada en los meses posteriores al desastre del Huracán Katrina en Nueva Orleans, y refleja el empeño de varios personajes por reconstruir sus vidas luego de la catástrofe a través de la música y la defensa de sus tradiciones culturales. El contexto, a pesar de las distancias, nos es reconocible: entorno convulso, crisis económica e institucional, malestar social, falta de recursos, necesidad de autoafirmación de la comunidad, corrupción, y un largo etcétera vinculado tanto a los vicios como a las virtudes de un determinado entorno social y cultural. La escena a la que me refiero transcurre en un bar del barrio homónimo al nombre de la serie, conocido como la cuna del Jazz y uno de los epicentros de la escena norteamericana. En ella un entusiasta promotor de música neworleana (Dj Davis), charla con un contratista (Nelson Hidalgo) que ha llegado a la ciudad atraído por el crecimiento de la inversión inmobiliaria que promete la reconstrucción de Louisiana. El primero trata de explicar las razones por las que los locales de música de los barrios viejos, inseguros, deteriorados y de mal aspecto, son una localización donde la cultura vive y se origina. El segundo, incrédulo ante ese simple criterio de origen, no comprende como los ciudadanos pueden preferir mantener unos cuantos garitos de mala muerte donde se toca música en vivo, en lugar de apoyar la construcción de un moderno Centro de Jazz con museo, auditorio, espacio de interpretación, edificio con firma arquitectónica global, tiendas y restaurantes aledaños. El diálogo transcurre más o menos así:

¿Tan malo es que alguien quiera hacer algo mejor con el viejo Auditorio Municipal? El centro de Jazz sería algo bueno para la ciudad, dice Hidalgo. A lo que Davis responde: Lo sería sólo si una cosa no sustituye a la otra… y se alarga: Estos músicos son quienes son porque vienen de donde vienen. No de algún conservatorio de música, ni de un centro de arte de interpretación. Vienen de la calle, de las Second Lines, de los funerales. Y después de esos tugurios de clubs con tres actuaciones por noche que tú quieres cerrar… dice Davis, y remata: Music lives where it lives, bro, you can´t fuck with that, you don´t want to fuck with that. O lo que es lo mismo La música vive donde está viva, hermano, no puedes joder con eso, no quieres joder con eso. 

Liminal GR no ocurre en Nueva Orleans, ni se centra en la música de jazz, ni lucha contra el cierre de locales antiguos o bares de mala muerte. Tampoco ha surgido como respuesta a un improbable huracán azotando las costas mediterráneas de Barcelona. Pero entraña, a mi entender, un espíritu afín a lo que la propia teleserie intenta mostrar. Una iniciativa de ideas muy grandes que trabaja desde lo mínimo, desde lo local, desde la comunidad, desde lo alternativo; desde la unión de esfuerzos de muy distinto origen tanto en producción como en contenido. Un proyecto que recupera la cultura hecha por las personas desde el convencimiento de que pensar y hacer cultura en el entorno inmediato es un valor que no está supeditado a ninguna agenda. Una programación que si bien no da la espalda a todo lo que puede ser tendencia, a todo ese diccionario de palabros de moda que muy ligeramente he sugerido antes, busca conscientemente generar un punto de vista alternativo y crítico sobre lo que nos sucede en la vida contemporánea (aquello que vemos, consumimos, pensamos y repetimos a diario). Una apuesta con profunda vocación antropológica en una ciudad quizá demasiado entusiasmada con el economismo de Richard Florida, que más que promover una ciudadanía activa se ha diluido en estrategias de desarrollo urbano, entre la marca, la intervención y la gentrificación. Y, quizá sobre todo, un proyecto que apuesta por crear, programar, difundir y ofrecer contenidos culturales en un escenario diezmado por la falta de recursos, pero también por la apatía, el desánimo y la incredulidad.

Es por todo esto que desde Trànsit Projectes hemos acompañado a Liminal GR en sus cuatro años de existencia; y lo seguiremos haciendo en lo que quede. Convencidos como ellos de la necesidad de introducir en nuestros discursos culturales perspectivas con vocación crítica, vinculadas al pensamiento humanista. Sabedores como ellos de que lo que más destaca y vale la pena surge comúnmente desde ese sitio en el que la cultura, la música, vive. Desde dentro de la ciudad, desde los pequeños garitos; los pequeños estudios; las pequeñas y grandes ideas; aveces las gamberradas, las irreverencias, o los disparates más freeks. Aveces desde la teoría, o la especialización, o el simulacro de la cátedra. Pero siempre desde las pequeñas mesas de bar de quinta en que se está creando y están emergiendo los nuevos artistas y pensadores y estudiosos de la cultura. Porque la periferia, la frontera, lo liminal, el límite, el borde, es quizá el mejor territorio para detenerse a observar el presente con perspectiva y así, sólo así, poder construir una verdadera ciudad creativa, una ciudad liminal.